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documento despues de leer aportes para discutir de JP Descamisados 2008



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Documento antes de las elecciones y despues de acto malvinas


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Documento luego de plenario en lomas en diciembre 2006
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tren bala para un pais dependiente?

Los trenes bala: Carta abierta a la Presidenta CFK


Por Mempo Giardinelli

Señora Presidenta: En mi carácter de intelectual argentino que vive en el interior del país, me dirijo a usted como uno más entre millones de argentinos que la votamos en octubre pasado, pero también porque fui de los primeros en poner en duda, públicamente, la construcción del llamado Tren Bala. Lo hice desde el inicio de los anuncios, en mayo de 2007, en la revista Debate y en los diarios La Voz del Interior (Córdoba) y Norte (Resistencia). De hecho fui uno de los primeros periodistas que subrayaron la grosera contradicción que es semejante obra en un país ferroviariamente devastado como el nuestro. Por eso me sentí aludido en su duro discurso y me permito replicar con todo respeto sus afirmaciones.

Mi argumentación fue –y la reitero– que más allá de que los trenes bala (el Intercity alemán, el TGV francés o el AVE español) requieren un contexto tecnológico y sociocultural que nosotros no tenemos, en un país en el que los ferrocarriles fueron destruidos de manera vil, y donde el sistema de transporte está colapsado, no tiene sentido ejecutar obras que beneficiarán a pocos pasajeros, los más ricos de las tres más grandes ciudades argentinas. En los AVE españoles, por ejemplo, la capacidad máxima es de 329 pasajeros (38 en Primera, 78 en Preferente y 213 en Turista) y el costo del boleto Madrid-Sevilla, por ejemplo, es de entre 115 y 174 euros. Calculando un promedio de 130 euros para esa distancia (538 kilómetros), implica un costo de 24 centavos de euro por kilómetro. Si lo pasamos a $4,50 por euro, un viaje a Rosario (300 kms) costará $324. Y a Mar del Plata (400 kms) $432.

Esos precios sólo podrá pagarlos una elite. Y si acaso llegaran a ser más bajos será mediante subsidios, con lo que todos los argentinos terminaremos pagando los viajes de esa pequeña clase privilegiada.

Por eso en mis primeras críticas a estos trenes escribí que el anuncio original de que el tren bala Retiro-Rosario costaría 1320 millones de dólares (unos 4000 millones de pesos) conducía insoslayablemente a pensar que semejante masa de dinero podría invertirse –con muchísimas ventajas– en la rehabilitación de ramales que refuncionalizarían nuestro degradado sistema con vías renovadas y trenes comunes mejorados, tanto para el transporte de mercancías como de personas.

¿No sería más sensato contar con trenes de velocidad moderada como el Talgo, que corre a 120 kilómetros por hora y bien podría llegar a Bahía Blanca, Salta, Bariloche, Mendoza o Posadas, y unir al país transversalmente de manera que un misionero que va a Jujuy o Neuquén no tenga que pasar por Buenos Aires, por caso? Esto alentaría, además, una fenomenal recuperación económica en varias provincias.

No soy especialista en trenes, pero algo sé de sentido común y puedo entrever varios problemas colaterales: un tren bala exige una infraestructura de vías especial (el ancho de vías de los europeos es de 1,668 metros); electrificación integral (el AVE utiliza corriente alterna a 25.000 Volts y 50 Hz); protección exterior de las vías con muros o vidrios blindados a ambos lados; señalamiento y comunicaciones sofisticadas con las formaciones en marcha; estaciones intermedias hoy inexistentes; enormes costos de mantenimiento y varios etcéteras.

Ahora mismo, usted anunció el tren bala Buenos Aires-Mar del Plata, a un costo de 600 millones de dólares para que viajen 300 personas en poco más de dos horas, a 250 kilómetros por hora. Yo me pregunto: ¿no sería más razonable y barato estimular la aeronavegación, hoy en tal estado terminal que apenas hay uno o dos vuelos diarios a Mar del Plata, cuando hace años había decenas?

Respetuosamente, Señora, pienso que está mal asesorada. Y es que en su Secretaría de Transporte sigue como titular el señor Ricardo Jaime, que en mi opinión y la de millones de argentinos (estoy convencido de ello, porque los veo padecer) es el más inepto funcionario de la gestión de su marido y de la suya. A la vista está su obra: el colapso ya inaguantable de la aviación comercial; los absurdos subsidios a los pésimos servicios ferroviarios y el deficiente sistema vial que hace que este país todavía no tenga autopistas transversales.

Tanto o más que la crisis energética, hoy el transporte es el mayor freno al desarrollo de la Argentina. Es imposible una política seria de industrialización, pleno empleo e inclusión social en un país desconectado como el nuestro. Es imposible combatir la pobreza y la indigencia que persisten, cuando provincias enteras han sido y son privadas de ferrocarriles y líneas aéreas, y sus caminos son deplorables.

La aeronavegación comercial en Brasil, México, Colombia o Venezuela está a cargo de docenas de aerolíneas que cubren extensos territorios. En cambio nosotros tenemos provincias que tuvieron seis o siete vuelos diarios y ahora sólo uno, o ninguno. Y no basta la condena a Aerolíneas Argentinas, que al fin y al cabo es una empresa privada, extranjera, que bien o mal ha invertido aquí y quiere ganar dinero, lo cual está perfecto. El problema no es esa compañía, sino el descontrol de una gestión oficial ineficiente y dañina.

Entonces, ¿no tenemos el derecho –y como intelectuales, la obligación–- de preocuparnos ante la posibilidad de que los trenes bala sean igualmente descontrolados, además de caros? ¿Es desmesurado pensar en todo lo bueno que se podría hacer en materia ferroviaria con los miles de millones de dólares que costarán los bala? Decir todo esto no es tratar “los temas con ligereza”, Señora, ni es resistencia a los cambios. Sé que usted me lee, y entonces sabe que no formo en las filas, precisamente, de lo que usted bien llamó “el pensamiento conservador”. Y si cabe una confesión cívica, yo la voté a usted porque desde 2003 nos gobierna una administración por lo menos contradictoria, y no, como fueron hasta entonces, gobiernos monocolores en su inoperancia, cretinismo, corrupción o todo eso junto.

Muchos la votamos esperando que usted continúe lo mejor de la gestión de su marido (Educación, Cultura, Defensa, Derechos Humanos, Cancillería, Corte Suprema de Justicia) y que ratifique –como ha hecho– el avance de los juicios a los genocidas. Pero también la votamos con la esperanza de que su gobierno termine con la corrupción; los organismos de control que controlan mal o nada; el clientelismo y la política como negocio y mil asuntos más, como la discriminación gremial a la CTA.

Es perfectamente posible, bueno y cívico hacer esta distinción, y no, como hace la miope oposición que hoy tenemos, ver todo en blanco y negro, o peor, sólo lo negro (aunque desde luego existe y mucho).

Para terminar, con absoluta honestidad y sin ironía alguna, le confieso que no sé si esto que escribo tiene el rigor intelectual que usted demanda, pero sí le aseguro –con el mayor de los respetos– que usted en este asunto está equivocada. Y es mi opinión que la están asesorando mal quienes acaso tienen, como sospechan muchos argentinos, intereses poco transparentes.

Acepte, por favor, mi saludo más respetuoso.

una charla

CHAVEZ, LENIN, EL MARXISMO, PERÓN Y LA REVOLUCION NACIONAL

Eso se llama capacidad de síntesis forzosa.

Nos pasa a las mamás que escribimos mientras la pequeña pide un tete o necesita un cambio urgente de pañal, cuando el perro no tiene agua, cuando la tortuga está atorada entre un tronco y la pared, cuando se pierde la gata y la gorda grande llora por ella, cuando aparece la gata hambrienta, cuando hambriento está su marido, el de la escritora, no el de la gata, cuando sueña el teléfono, cuando se quema la comida mientras la escritora escribe soñando con que es escritora, con la certeza absoluta de que es una mamá.

La revolución bonita es lo que es y no lo que algunos quieren forzarnos que a sea, se lo digo yo que estoy aquí sudándola cada día.

Exactamente eso es lo que quise decir en el correo larguísimo que acabo de mandar.

Que Chávez no es ni marxista ni peronista, que es Chávez, y que está tratando de hollar caminos nuevos con toda la experiencia de las revoluciones anteriores bien en la cabeza.

Que por eso no se puede afirmar ni que cita a Lenin "porque le conviene coyunturalmente" ni que es un "marxista que se hace el pelotudo".

Abrazos.

Carola Chavez

tongorocho@gmail.com

El 5/01/08, Carola Chavez había escrito desde la Venezuela bolivariana y en torno a una yuxtaposición que hace Chávez de Lenin y el carácter nacional burgués de la revolución venezolana:

Una que es nueva en esto de la política suele estar llena de preguntas. Y yo que soy preguntona se podrán imaginar.

Querida Carola:

Hugo Chávez Frías está propugnando, contra quienes se muestran partidarios del clasismo abstracto y pretenden que un baño de sangre burguesa selle el destino socialista de la revolución bolivariana, una política de frente nacional.

Esto es correcto, fundamental y decisivo. Ese baño de sangre burguesa que algunos exaltados pretenden llevaría a Venezuela (y con ella a toda América Latina) a una derrota trágica y de proporciones descomunales.

La alianza entre los trabajadores y las clases medias (en el sentido lato que incluye al empresariado) es la garantía de consolidación de cualquier revolución nacional en nuestro tiempo y espacio concretos.

Todas nuestras revoluciones nacionales latinoamericanas son, en ese sentido, "saintsimonianas", una alianza de las "clases productivas" contra las "clases parasitarias" (Seguramente, ahora hay que agregar a esta ecuación básica a los excluidos del sistema por la profunda restauración imperialista. Pero si ello es así, se debe a que los movimientos nacional-revolucionarios sudamericanos que han precedido al de Chávez (en Brasil, Argentina, Perú, etc.) no solo han sido impotentes contra esa restauración sino que incluso han engendrado los ejecutores de la restauración).

Frente a la verborrea izquierdista abstracta, es fundamental que se empiece a aclarar bien cuál es el carácter real del movimiento en marcha, y a eso se refiere explícitamente Hugo Chávez Frías en el discurso que ha engendrado las preguntas de Carola.

Pero, ante las consecuencias del resultado real de los movimientos que antecedieron al bolivarianismo, a las que acabamos de aludir y sobre las que volveremos abajo in extenso, también hay que delimitarse claramente de quienes, con su no menos abstracto "patriotismo revolucionario general" pretenden que olvidemos las sombras de nuestra propia experiencia latinoamericana y subsumamos en un difuso "nacionalismo

revolucionario avanzado" el hecho elemental de que los frentes entre

clases sociales se dan porque existen las clases sociales, y que es la

lucha entre esas clases (dentro y fuera del frente) la que da sentido

al combate revolucionario y dirime su destino final.

Frente al clasismo barato de los antiguos socialistas prosoviéticos y prosocialdemócratas, Chávez afirma que la nuestra es una política de frente de clases sociales que asume la forma de un movimiento nacional.

De ello se deduce que para que funcione este frente o alianza, hay que llegar a cierto consenso sobre los límites en los cuales se va a moldear la historia concreta del país que esa alianza dirige y por lo tanto sobre los límites que, en cada momento, tendrán las reivindicaciones sectoriales de cada uno de los componentes del frente nacional.

Esto exige, por decirlo con un esquematismo tan necesario como en

cierto modo empobrecedor, "sacrificios" de todos los sectores.

Así como (a) los sectores más privilegiados, en sus figuras más esclarecidas, habrán de entender el carácter "popular democrático" de la "revolución nacional" y deberán tolerar, por ejemplo, una creciente afirmación de los derechos laborales de los trabajadores, por su parte (b) los sectores más explotados (que técnicamente, en una sociedad de clases, no dejan de estar explotados por el hecho de que el país lo dirija un gobierno nacional revolucionario) han de entender el carácter "nacional" (es decir, programáticamente burgués, de "acumulación" e incluso de "acumulación primitiva" -léase negociados y todo tipo de trujamanerías- del gobierno "popular democrático").

Chávez está librando la batalla por aclarar a todo el mundo el punto (b), y lo hace en gran estilo, fiel a su propia forma de ser.

Como gran síntesis nacional que es, está muy por encima de todos sus

comentaristas, sean éstos "exaltados" socialistas o "descreídos" del socialismo, y es así porque cada uno de esos comentaristas interpreta a Chávez según una fracción del frente policlasista, y no en función del conjunto como hecho vivo y concreto, como unidad de múltiples determinaciones (para decirlo en el lenguaje de Marx).

A diferencia de Perón, que solía ser muchísimo más duro con los exaltados que con los descreídos, Chávez mantiene un equilibrio entre ambas alas que con toda seguridad encuentra su explicación última en la estructura y

relaciones de clases de Venezuela, así como la política de Perón la encontraba en las de la Argentina.

En este momento, Chávez les está diciendo a los exaltados que "somos

un movimiento nacional (es decir una masa de combatientes con el mismo

objetivo, desde las diversas perspectivas individuales o grupales)" y que se equivocan quienes quieren transformar la revolución bolivariana en un movimiento clasista antiburgués.

Y está muy bien, recontrarréquetebien, que haga eso.

Pero con esto no se anula la dialéctica entre exaltados y descreídos. Porque para dirimirla no basta con la necesaria reafirmación del carácter policlasista del movimiento revolucionario.

Para dirimirla hay que saber cuál de todos esos grupos que constituyen el frente policlasista va a dirigir la revolución, o (lo que es lo mismo) a cuáles de todos esos grupos sociales representará en última instancia el comando general del combate revolucionario.

Es en ese punto donde Chávez encuentra necesario (tal como le hubiera

sugerido un hipotético Franzoia venezolano) citar al clasista Lenin

-¡y recomendar su lectura!- en el mismo momento en que reafirma el

carácter policlasista de la revolución bolivariana.

No está "hablando para la gilada", que es la interpretación automática de los descreídos.

Con igual derecho a quienes afirman que la cita de Lenin es un mero "argumento" contra los "exaltados" abstractos podrían los exaltados indicar que la propuesta de un rumbo policlasista es secundaria frente a la cita de Lenin (que es lo que dirán algunos "exaltados", seguramente para seguir mamando de la petrolera teta de PDVSA).

Ambos parten el discurso de Chávez en dos, toman una parte y descartan

la otra. Pero resulta que Chávez lo brinda unificado. Entonces, la verdad es que ambas posiciones parcializan el mensaje en función de sus propios intereses parciales.

A no ser que se entienda el discurso de Chávez como integración de ambos componentes, no hay modo de salir de la esterilizante polémica entre "exaltados" y "descreídos".

Aquello que los "descreídos" (no menos abstractos que los "exaltados") pretenden reducir a una cuestión de coyuntura (tal como los "exaltados" se harán los sordos ante la otra parte del planteo) es en realidad parte esencial del mensaje, que hay que entender como "unidad de lo diverso" y no como "yuxtaposición deformable según lo que más me gusta o creo que me conviene".

Chávez es -y en este planteo que estamos comentando se reafirma como tal- el líder de un movimiento nacional-revolucionario, perfectamente integrado en la historia de esos movimientos en América Latina.

Pero es el representante más audaz de una nueva generación dentro de la

vieja línea general: al citar a Lenin como elemento fundamental de su concepción, Chávez dice algo que ninguno de los movimientos nacionales

que lo han precedido en la historia de la América Latina del siglo XX llegó a decir jamás.

La excepción parcial es la del movimiento nacional cubano, que no por casualidad, pese a enfrentar dificultades infinitamente superiores a las que enfrentaron, por ejemplo, Vargas y Perón, sigue en marcha y se va curando de sus estupideces sovietizantes mientras el peronismo y el varguismo se doblaron y quebraron ante la ofensiva imperialista de los 90 y, está a la vista, hasta ahora no pueden curarse de sus propias estupideces.

Tomando muy en cuenta estas experiencias, Chávez afirma en ese discurso -y en su práctica, dicho sea de paso- que su movimiento nacional se considera explícitamente parte de un movimiento general de la humanidad, el de las revoluciones nacionales que a partir de la Rusia de 1917 entienden que para ser victoriosas tienen que superar los límites que les plantean los objetivos limitadamente burgueses de los sectores privilegiados del frente de clases.

La consecuencia política inmediata es que el frente de clases integra a los de abajo con los de arriba, pero no deja en manos de los de arriba la conducción general del asunto.

Así como la guerra es algo demasiado serio como para dejarla en manos de los militares la economía es algo demasiado serio como para que sea el mero interés empresarial el que determine las grandes opciones.

Toda la experiencia histórica de América Latina le está señalando a Chávez que cuando los movimientos nacionales latinoamericanos se desarrollan siguiendo esencialmente la lógica de los intereses de "los de arriba" terminan poniendo en riesgo todo aquello por lo cual ha luchado la nación en su conjunto.

Por decirlo dramáticamente, Chávez no ignora que detrás de Kirchner está Perón, y por eso lo apoya.

Pero tampoco ignora que detrás de Kirchner estuvo Menem, y por eso cita a Lenin.

Esta posición de Chávez supera por cierto las "enseñanzas" de los Dieterich, pero también las de los Ceresole y de quienes aspiran a sustituirlos con una versión menos fascistizante y antisemita de la realidad pero siempre antisocialista.

Ceresole creía que al "enseñarle el peronismo" a Chávez estaba creándolo, y que Chávez tuvo que sacárselo de encima para seguir adelante.

Pero quienes piensan como Ceresole en torno al tema "Lenin" (ya veremos qué significa, más abajo, el tema "Lenin") representan fuerzas sociales reales, sus ideas no son producto de evanescentes delirios individuales, y por lo tanto vuelven a argumentar en ropajes distintos a los de este muchacho hoy difunto.

Cuando Chávez, al citar como fundamento de su revolución nacional a Lenin, un socialista revolucionario, libra batalla tanto hacia el lado "exaltado" como hacia el lado "descreído".

Dice a los primeros "esto es lo que nosotros somos", y a los segundos "Lenin es de los nuestros".

En eso se distingue del Perón que solo le dijo a los militantes juveniles de 1974 que esperaban equivocadamente que siguiera un rumbo socialista "Esto es lo que nosotros somos".

La situación lo lleva a Chávez afirmar la primera parte del discurso, pero él no olvida la segunda, o, mejor dicho, se distancia de Perón en que Perón no terminaba de creer, exactamente, que "Lenin fuera de los suyos"...

Con su planteo, Chávez reconoce que la excepcionalidad latinoamericana no es tan grande como para que nuestra historia deje de seguir las leyes generales de la historia del género humano, en particular aquella según la cual el peso de las generaciones muertas "oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos" (Marx).

Especialmente, plantea en los hechos que si los movimientos nacionales no engendran concientemente su pensamiento a partir de toda la experiencia histórica vivida (incluidos los fracasos), quedan librados a la dictadura ideológica de las clases sociales cuya hegemonía ha engendrado las condiciones de sometimiento nacional que esos movimientos intentan liquidar.

Si esto sucede, entonces el movimiento carecerá de un ala izquierda consecuente. Y como decía Jorge Spilimbergo, "si el movimiento nacional no genera su ala izquierda, la engendrará y aprovechará el imperialismo".

Y esto es lo que determina que Chávez mencione a Lenin justamente cuando está tratando de convencer a los charlatanes "socialistas" de que el movimiento bolivariano no es "socialista" en el sentido soviético o cubano, es decir cuando menos a cuento parecería venir.

Me parece que hay que tomar exactamente lo que Chávez hace y no lo que

uno desearía creer que hace.

No hay que suponer que la parte del discurso de Chávez que más se acomoda a nuestras tesis es importante y la que otra es secundaria.

Hay que tomar ese discurso en su totalidad.

La verdad es que un hombre que surge del patriotismo militar general ha venido pensando en Lenin en el curso mismo de su propia revolución, y que ahora, en el mismo momento en que enfatiza el carácter nacional y policlasista de su revolución, recomienda leer al más agudo pensador del marxismo revolucionario, al fundador del pensamiento socialista contemporáneo, a quien desentrañó la base de clases del régimen burgués imperialista.

Sería faltarle el respeto a Chávez suponer que esgrime ese "nombre" (que, lo veremos, es muchísimo más que un "nombre", como lo es Perón) como "argumento circunstancial".

Conviene, entonces, hacerse cargo ante todo de que el comandante bolivariano considera a Lenin "elemento fundante" de un pensamiento nacional revolucionario. Y de que lo menciona porque este asunto no tiene absolutamente nada que ver con el escolasticismo "marxista" que está atacando, y todo, absolutamente todo que ver, con el destino de la revolución nacional (en el caso de Chávez, de la revolución bolivariana).

Chávez está tratando de recoger en beneficio de la revolución bolivariana la experiencia viva y descarnada de todas las revoluciones nacionales que en el mundo han sido desde la primera exitosa, que fue la holandesa de los siglos XVI y XVII: y de ese "trabajo" está extrayendo la vieja conclusiónde los marxistas del Tercer Mundo, la de que en determinado momento, o esas revoluciones rompen con los fundamentos del poder material de las clases sociales que tienen que enfrentar, o son derrotadas, deformadas, liquidadas o sumidas en un triste olvido nimbado de nostalgias póstumas.

Cuando, como es nuestro caso latinoamericano -sobre el cual, como es

lógico y esperable, Chávez se inteesa natural y especialmente- la revolución nacional no tiene que enfrentar señores feudales o con comunidades aldeanas remisas a integrarse al mercado sino a clases sociales modernas, hijas y usufructuarias del modo de producción capitalista, para poder sobrevivir tiene que estar dispuesta a romper incluso con el régimen capitalista en algunos puntos cruciales, y para eso no hay mejor herramienta ideológica que el marxismo revolucionario (y por cierto nada "eurocéntrico") de Lenin.

Ése es el motivo por el cual al mismo tiempo que defiende la necesidad de integrar al empresariado en el esfuerzo revolucionario integra a Lenin... al

"empresariado".

No se trata de que el socialismo sea orgánicamente antiburgués.

Lo es en un sentido histórico general, en el sentido de que sospecha -y la

experiencia no hace sino confirmar esa sospecha- de la capacidad de los burgueses oprimidos por el sistema imperialista para dirigir las tareas de "su" propia revolución, pero nada más.

El socialismo postula que al no tener que enfrentar clases sociales heredadas del pasado sino producidas incesantemente por las condiciones de producción presentes, a una revolución nacional no le basta con las herramientas intelectuales que le brinda el pensamiento "nacional burgués"

espontáneo.

Esto se hace evidente casi por sí mismo cuando percibimos que nuestro enemigo central, el que ordena y fortalece a todos los enemigos adventicios, incluidas ante todo las oligarquías locales (ayer afrancesadas, hoy maiameras), es la más moderna de todas las clases sociales: la burguesía imperialista (o sea "capitalista realmente existente"), que utiliza los mecanismos del modo de producción capitalista para insertarse como factor interno en cada una de nuestras estructuras económicas, sociales, culturales e institucionales.

Y es justamente porque debido a ello estas estructuras son "nacionales" solo a medias, que los movimientos nacionales son la característica esencial de la lucha política en América Latina.

Pero la lucha contra el imperialismo (es decir, insisto, porque es fundamental, el capitalismo tal como existe realmente a nivel global) no es más que un avatar de la vieja lucha de las revoluciones nacionales.

Nada ilustra mejor esto que la experiencia de revolución nacional en los dos países cuyo contrapunto marcó la política del siglo XX: EEUU y Rusia.

A riesgo de que se me acuse de "eurocéntrico" o vaya uno a saber qué otra estupidez, trataré de usar la experiencia ajena para mejor comprender las necesidades de nuestra propia lucha, y exponer de paso porqué creo que Chávez encara esta última mejor que todos los que lo han precedido (incluyendo a Perón, pero cuidado, incluyendo también a Fidel)

No discuto ahora si esto se debe a la coyuntura particular que dio origen a la revolución bolivariana o a algún otro motivo, solo estoy planteando lo que me parece una verdad empírica, sujeta por supuesto a discusión.

Empecemos por reiterar que los EEUU contemporáneos no son tan hijos de

Wáshington (1776) como de Lincoln (1861).

Pues bien, Lincoln era partidario de una República agraria de honda raíz popular, pero no estaba en contra del modo de producción capitalista ni del régimen de trabajo asalariado que es su célula madre.

Por lo tanto, consideraba que la propiedad privada era un aspecto cuasi sagrado de la constitución social.

Sin embargo, en la vida real (y aquí su diferencia crucial con Washington), se vio obligado a librar una batalla contra la oligarquía sudista de EEUU para preservar la unidad del Estado central, lo que se llamaba por entonces "la Unión".

Ahora bien, esta oligarquía no era, como tampoco lo son las nuestras,

una oligarquía feudal, supervivencia de un modo de producción antiguo

que imponía al conjunto de la formación leyes ajenas a las necesidades

del modo de producción capitalista.

Por el contrario, obtenía sus ingresos como cualquier hijo de vecino en la sociedad burguesa a partir de la existencia del régimen de trabajo asalariado, y el sistema esclavista era un modo particular de inserción en el régimen mundial de circulación de valores, que es a su vez causa y producto de la hegemonía del modo de producción capitalista y no de un "modo de producción esclavista".

Pero la institución de la esclavitud hacía que el modo en que esta oligarquía se integraba al sistema económico burgués planetario la llevara a oponerse virulentamente al pleno desarrollo de todas las consecuencias de ese régimen en los EEUU.

En esto, la oligarquía sudista y Lincoln tenían diferencias sustanciales

que en tiempos de Washington aún no habían salido a la luz.

La intrepidez de Lincoln radicó en que no se dejó engatusar por el

hecho de que, en tanto defensora del derecho de propiedad privada, esta oligarquía compartía con él y sus seguidores un "punto programático" esencial. Lincoln fue contemporizador y flexible en todos los planos, pero a diferencia de su antecesor Henry Clay, la esclavitud no la aceptó jamás; no la puso en ningún congelador en nombre de la lucha por la revolución nacional.

Toda la experiencia histórica de los EEUU del último medio siglo demostraba que sobre este punto no se podía dar marcha atrás.

De allí la intentona secesionista del Sur.

Se sabía que Lincoln podía intentar algún acuerdo (de hecho, lo siguió buscando incluso al inicio de la Guerra Civil), pero nadie ignoraba que ese acuerdo sería temporario y que Lincoln gobernaría inexorablemente en el sentido de abolir la esclavitud.

Y nadie lo sabía mejor que la oligarquía sudista.

Así es que, en determinado momento, y contra todo lo que su respeto por la propiedad privada le hubiera debido indicar (en este plano la línea argumental de los defensores de la esclavitud era impecable: la Constitución norteamericana garantizaba la propiedad privada, y los esclavos eran propiedad privada de quienes los compraban y vendían), Lincoln expropió a un sector de las clases dominantes estadounidenses al decretar la liberación de los esclavos.

O sea: el hombre no se dejó llevar por la espontaneidad ideológica del statu quo, que siendo como era un statu quo burgués hacía de la propiedad -incluso la propiedad de ganado humano- un valor sagrado en sí mismo.

Cuando vio que el respeto por ese "valor sagrado" ponía en peligro la existencia misma de la nación estadounidense, lo pateó al tacho de basura.

No es ninguna casualidad que el Partido Republicano fuera fundado en una antigua comuna socialista de los Grandes Lagos, y que entre los principales líderes iniciales del movimiento de Lincoln figurasen tantos socialistas.

Fue por su intermedio, entre otros, que Lincoln se aseguró de que su movimiento nacional, el que terminó pariendo los modernos EEUU, estuviera inoculado definitivamente contra ciertos rasgos de ese statu quo que debían cambiar para siempre si se quería mantener la unión del estado central.

En particular, del respeto por las normas de funcionamiento del modelo burgués en lo que tuvieran de antinacional tomadas en abstracto.

Hasta allí, los EEUU.

¿Y la experiencia soviética, que es la que surge justamente de la generación revolucionaria que encabezó el mentado Lenin?.

Si la libramos de elementos adventicios, lo que vemos es que fue, en lo que tuvo de perdurable, una revolución nacional que buscaba impedir que el imperio de los zares se convirtiera en una especie de gigantesco Imperio Otomano eurasiático.

Y eso lo logró.

No pudo con Rusia, bajo la dirección de los bolcheviques primero y de quienes lo suplantaron después -traicionando la revolución en muchos aspectos pero manteniendo a rajatabla la defensa del Estado- ni siquiera el

"siglo XX corto", la era de hostigamiento permanente a que la sometieron las grandes potencias imperialistas a partir de 1917 y hasta 1989 (y cabe señalar que ese hostigamiento incluyó varios holocaustos monstruosos, librados sobre el suelo mismo de ese país).

Ahora bien, si esa específica revolución nacional antiimperialista pudo sobrevivir a todo lo que le pasó, incluso a la hondísima desmoralización de las masas ante la diferencia entre el sueño y la realidad cruel de la Rusia de las hambrunas de 1920, incluso a la ceguera criminal de quienes se hicieron con el poder del Estado tras la muerte de Lenin, ello se debe a que en su momento inicial se había apoyado hasta el hueso en la movilización de las masas y, al estilo jacobino, liquidó el poder material de las clases sociales que medraban en la condición precolonial de la Rusia de los zares y aseguró así que cualquier traidor a la patria que surgiera del seno del propio nuevo régimen tendría corta vida.

Por lo tanto, y más allá de la polémica sobre el carácter del régimen soviético, es importante la lección rusa -en tanto experiencia semicolonial y por lo tanto equiparable, con todos los recaudos, a la nuestra- sobre el valor específico del marxismo revolucionario como herramienta para la revolución nacional.

¡Ni siquiera el partido de Lenin, el que más degeneró de todos los partidos socialistas revolucionarios (al punto de que a meros ocho años de la revolución de Octubre su viuda afirmaba que de haber estado vivo Lenin, Stalin lo hubiera encarcelado), pudo presidir la recolonización del país, como sí lo han hecho entre nosotros todos los partidos y movimientos

nacional revolucionarios que rechazaron el leninismo o lo consideraron

una simple cuestión argumental!

La historia es cruel.

En nuestros días, muchos, abrumados por la magnitud de la victoria imperialista sobre el campo popular-democrático en el período que va de Reagan a Yeltsin, extraen de la adopción de una vía capitalista por la Rusia post-1989 la conclusión de que, tal como decían los socialdemócratas contra Lenin, no se debió haber intentado el asalto a los cielos y la implantación de un régimen socializante o socialista en 1917.

Pero la verdad es muy distinta.

La verdad, que podemos comprobar hoy día tras día, es que fue gracias a ese "desatinado" asalto a los cielos que el único Menem que tuvo Rusia, Yeltsin, tuvo que llegar al gobierno bombardeando el Parlamento, y 3000 personas murieron, incluso entre las filas de los más repodridos burócratas soviéticos, defendiendo aquello que Yeltsin venía a destruir. No se ha visto espectáculo semejante en ninguno de los movimientos nacionales de raíz no leninista (e incluso antileninista) en América Latina.

Es más: hemos llegado a ver cómo Haya de la Torre, según describe en una de sus mejores páginas Jorge Abelardo Ramos, pasó de luchar por la unidad americana a ser un servidor de los EEUU. Y mejor no hablemos de cosas más lamentables y repugnantes, que nos han tocado más de cerca a muchos de los que participamos en esta lista desde la Argentina.

Es más.

No solo hubo de ejercerse en Moscú una violencia que estuvo ausente en Buenos Aires, Brasília, Lima o el D.F., sino que además, a diferencia de las grandes experiencias del peronismo, el varguismo, el aprismo y la revolución mexicana, no solo la experiencia norteamericana demuestra que yendo hasta el hueso se impide todo retroceso, sino que la de Rusia muestra que el jacobinismo permite a una revolución incinerada renacer de las cenizas.

Y si esa revolución renació de sus cenizas es porque su revolución nacional tomó como propio a "Lenin" (de hecho, es producto del Lenin de carne y hueso), mientras que las nuestras hasta ahora no han podido o no han querido hacerlo.

Y cuando digo "tomar como propio a Lenin" entrecomillo el apellido porque no estoy pensando en el "Lenin" específicamente ruso, que es el único que podía hacer esa revolución que fue, lógicamente, específicametne rusa.

Ése se lo dejo a los escolásticos contra los que pelea Chávez ahora.

El "Lenin" a quien hago referencia es al "Lenin latinoamericano" en tanto vocero universal de las necesidades generales de cualquier revolución nacional en el mundo oprimido por el yugo del régimen imperialista, que es la única forma en que puede existir hoy el capitalismo a nivel mundial.

Entonces, "apoyarse en Lenin" en el mismo momento en que se está

luchando contra el "izquierdismo abstracto", lejos de ser un recurso

oportunista, es en realidad apoyar la idea de que la revolución

nacional debe cuestionar las bases mismas del statu quo si quiere ser

exitosa.

Lincoln (y Lenin) eran como Chávez verdaderos realistas, y no eran

ideologistas abstractos (como sí lo era Clay, que no por casualidad

pasó sin pena ni gloria a ocupar las notas al pie de los libros de

historia estadounidense). La diferencia entre el realista y el

ideologista de cualquier signo es que aquello que para el segundo es

mera argumentación ("Chávez habla de Lenin porque tiene que pelear

contra unos dinosaurios marxistoides que solo sirven para hichar las

pelotas"/ "Chávez habla de apoyar a la burguesía para engañar a los

enemigos, pero lo importante es que menciona a Lenin"), para el

primero es un tema de principios ("Chávez habla de Lenin porque su

propia lucha le ha demostrado que hay en Lenin algo de lo que hasta

ahora ha carecido todo el resto del pensamiento revolucionario

latinoamericano en su práctica concreta, y que hay que apropiárselo

creativamente si se quiere salvar la revolución y profundizarla: la

necesidad paradojal de que no sea la burguesía la que dirija una

revolución que la beneficia").

Del mismo modo que Lincoln y Lenin, el realismo latinoamericano de hoy

-encarnado por Chávez así como en otro momento lo encarnó Perón- tiene

que saber muy bien que hay que ir a fondo con el bisturí para defender

la revolución nacional. En ese sentido es que es importante la

recomendación de Chávez ("lean a Lenin"). Sin Lenin, no existen

anticuerpos contra la traición interna. Sin Lenin el propio movimiento

nacional engendra sus traidores. Lenin, como lo demostró lo acontecido

en la ex URSS, no es ninguna garantía de continuidad del régimen

socialista, pero sí lo es de la consecuencia antiimperialista en el

seno del movimiento nacional. Sin un jacobinismo socializante en la

dirección, los gérmenes y pústulas de la contrarrevolución carecen de

anticuerpos y pueden llegar a comerse desde adentro al movimiento

nacional sin retorno posible. Menem también (sí, también) era

peronista, así como era varguista Collor de Melo, el sobrino del gran

Lindolfo Collor que no pudo llegar a ser el Menem de Brasil. Si no lo

fue es porque la historia fue piadosa con él, y esa tarea le cupo al

Angeloz brasileño, F. H. Cardoso: en Brasil se invirtió el fraude

postelectoral argentino, porque mientras aquí Menem/Collor hizo propio

el programa de Angeloz/Cardoso, en Brasil Cardoso/Alfonsín hizo propio

el programa de Collor/Menem.

La diferencia crucial, de la que Chávez parece hacerse cargo con su

cita de Lenin, es que Yeltsin no pudo autodefinirse como leninista

para hacerse con el poder, como sí pudieron decir de sí mismos Menem

que heredaba a Perón y Collor a Vargas. Yeltsin tuvo que derribar a

cañonazos el último resto del poder soviético, herencia pervertida y

deformada de Octubre de 1917. Ni Menem ni Collor (o su alter ego,

Cardoso) tuvieron que hacer demasiado gasto para terminar con la

herencia varguista y peronista.

Apoyar la revolución en los sectores más profundos y darles las

herramientas para llevarla adelante contra viento y marea es el papel

que cumple en toda revolución el jacobinismo revolucionario. Y el

leninismo es el jacobinismo revolucionario de nuestros tiempos. Chávez

lo entiende así, pese a las malas lecturas de quienes quieren

limitarlo a una de las dos alas de su propia dialéctica.

El legado de Lenin es en este sentido fundamental, y no adventicio.

Chávez, entonces, no lo menciona por casualidad ni como mero artilugio

retórico. Solo el leninismo (es decir, el marxismo revolucionario)

permite entender cómo funciona el imperialismo, que es el enemigo

central. Si Chávez lo recomienda, no es porque "tiene que lidiar con

escolásticos y les habla en un idioma que puedan entender" (en todo

caso no es solamente por eso), sino porque sabe que hay algo en Lenin

que sirve de mucho a la revolución nacional.

Ese algo es la comprobación de que si hoy un pequeño gobernante

provinciano como el bielorruso Lukashenko, el pequeño dirigente de un

país sin demasiado destino propio, puede hablar de "burguesía

nacional" a diferencia de lo que sucede en Polonia, donde la

"burguesía nacional" preside la recolonización de su país por

Alemania, ello se debe simplemente al jacobinismo intransigente de

Lenin y los marxistas que llevaron adelante hasta las últimas

consecuencias esa revolución nacional que fue en gran medida la de

Octubre de 1917; gracias a ese jacobinismo socialista hoy Lukashenko

cuenta con una apoyatura, tanto en las estructuras del Estado como en

la conciencia de las masas, que de otra manera no hubiera tenido.

Y lo mismo cabe decir de Putin, quien, en muchísimos sentidos es hijo

de Lenin. No lo es, por cierto, de los socialdemócratas o los

burgueses (partido constitucional democrático) de 1917. La hostilidad

que lo enfrenta desde el campo imperialista es prueba clarísima de

ello. Por todo eso, y por mucho más, creo que es un error suponer que

"Chávez usa a Lenin coyunturalmente". Chávez es muchísimo más grande

que eso.

Yendo más a la pregunta de Carola, diría que a mi entender es

conveniente -no solo, ni siquiera esencialmente- "leer a Lenin", sino

más bien estudiar el decurso de las revoluciones nacionales. Lo que se

desprende de ese estudio (y de allí la importancia de ese librito de

Spilimbergo, "La revolución nacional en Marx") es que en el momento

clave a una revolución solo pueden salvarla quienes están dispuestos a

todo para sostener la soberanía nacional y el control del Estado por

las masas populares. Y viceversa, los dirigentes que están dispuestos

a llevar la revolución hasta el final se ven forzados por las

circunstancias de su combate a profundizar cada vez más el contenido

social de la misma.

Eso último lo explicó otro marxista revolucionario, un tal León

Trotsky, que además fue el primero en vislumbrar desde el pensamiento

marxista la necesidad de la unidad latinoamericana como eje de nuestra

revolución (y si lo hizo, sin casi conocer a América Latina, que

siempre fue para él una cuestión secundaria, es porque era un marxista

revolucionario de la tradición que Lenin encabezó).

Es que en el mundo moderno solo quienes están dispuestos a aceptar que

el marxismo es bastante más que una mera "herramienta argumental",

solo los que reconocen la validez del mensaje fundamental del marxismo

y por lo tanto están dispuestos (incluso y si es necesario) a

enfrentar el régimen de esclavitud asalariada para salvar cualquier

revolución que encabecen, solo ellos están dispuestos a todo. Los

demás, siempre pueden transar. Y las consecuencias de tales transas

están a la vista en el panorama que nos dejó a los latinoamericanos la

ola de transigencias que nos inundó tras la ofensiva imperialista de

los 70, 80 y 90.

Hay otro paralelismo histórico posible, y es con los acontecimientos

de nuestra propia lucha por la emancipación, hace ya dos siglos.

Creer, insinuar o tratar de hacer creer que Chávez "usa" a Lenin en un

debate lateral, que argumenta según sus conveniencias como cualquier

oportunista de cuarta, y que hoy "no tiene más remedio" que hablar de

Lenin pero que hubiera preferido que "Lenin", a lo sumo, fuera el

saber arcano de una élite de revolucionarios capaces de gobernar al

modo del despotismo ilustrado, es proponer un Chávez dispuesto a

gobernar "para las masas, con las masas, pero sin darle a las masas

las herramientas de su emancipación intelectual". En otras palabras,

es presentarlo precisamente como un mero "déspota ilustrado", como un

cínico que quiere gobernar en función de Rousseau pero sin que las

masas sepan que existe Rousseau.

Pero Chávez no es un Carlos III. Entronca en la revolución de Bolívar

y no en los acomodos conservadores de los primeros Borbones. Más que

en Montesquieu se referencia en Rousseau.

Y, como ese gran roussoniano que era Mariano Moreno (quien omitía la traducción de los capítulos referidos a la religión pero traducía a Rousseau para ilustrar a las masas de la América Hispánica en revolución), es un gran político, un hombre con visión de futuro.

Como tal, entiende que que la visión de futuro solo puede expresarse en un realismo concreto (que incluye una concepción teórica, que es donde anida el futuro).

Es por eso que al "yuxtaponer" a Lenin con una afirmación del carácter policlasista de la revolución bolivariana, Chávez no argumenta según sus conveniencias.

Chávez sabe que las revoluciones las hacen las masas, y no los pícaros de ocasión ni, mucho menos, los tecnócratas o déspotas ilustrados.

Y sabe que si se desea que la revolución no solo avance sino se consolide definitivamente tiene que convertirse en sentido común de esas masas.

Para ello, las masas tienen que autoconstruirse ideológicamente en el curso vivo de la revolución.

Entonces, si todo esto es cierto, Chávez no está preparando un "giro

hacia Perón" sino un posible "salto con Perón".

Chávez, sí, está tomando toda la experiencia peronista, con todas sus luces y todas sus sombras, así como está tomando toda la experiencia socialista de América Latina y del mundo.

Tiene tan en claro en qué ha devenido el poderoso movimiento de Perón como en qué ha terminado el "socialismo" abstracto, tanto en la experiencia soviética como, especialmente, en su versión cubanista.

Entonces, lo que dice no es "Soy Perón pero recomiendo leer a Lenín" sino "la revolución bolivariana es Perón más Lenin".

Y no estaría mal que también dijera "Vargas más Lenin", o "Haya más

Lenin". Es una buena manera de impulsar las cosas hacia adelante al

mismo tiempo que se lucha contra los charlatanes seudoizquierdistas.

A mi modo de ver, entonces, no vale la pena que nadie lea todo Lenin.

Una de las cosas que hizo la burocracia stalinista con Lenin es

enterrarlo en los casi cincuenta tomos de unas "obras completas" que

nadie puede abarcar.

Pero el folleto de Lenin sobre el imperialismo (de 1916) y lo que Lenin hizo y escribió a partir de 1917, eso sí que puede servir.

En especial puede resultarnos de utilidad lo que escribió e hizo en torno a la Nueva Política Económica, que es en más de un sentido el mejor antecedente inmediato de una política de frente nacional en el plano de las relaciones productivas y de intercambio.

También algunos capítulos de "El desarrollo del capitalismo en Rusia".

Y si querés leer un leninista orgánicamente latinoamericano, Carola,

leételo a Spilimbergo. Que no llegó al poder pero sí tradujo el

leninismo (no solo el marxismo) al lenguaje del continente de los

leones calvos... y por mantenerse fiel a esa comprensión leninista de

la revolución nacional se mantuvo también inconmovible frente a la ola

de reacción que se fagocitó a tantos grandes precursores en las

fatídicas décadas del 80 y del 90.

Néstor Gorojovsky

nmgoro@gmail.com

Carola

Se que es ocioso intentar determinar entre quienes mantenemos posturas opuestas si el marxismo es o no eurocéntrico.

Es mas, ello no es importante si aprendemos a actuar aunadamente, para lo que conviene tener amplias reservas de prudencia y de sabiduría.

Los demócratas, socialdemócratas y otros representantes de la izquierda se ponen a desprender, en doble cantidad, emanaciones de moral, del mismo modo que transpiran doblemente las personas cuando tienen miedo.

Al repetir, a su manera, los Diez Mandamientos o el Sermón de la Montaña, esos moralistas se dirigen, no tanto a la reacción triunfante, cuanto a los revolucionarios perseguidos por ella, quienes, con sus "excesos" y con sus principios "amorales", "provocan" a la reacción y le proporcionan una justificación moral.

La base de esta prédica falsa y ampulosa la constituye la pequeña burguesía intelectual.

La base política con la impotencia y la desesperación ante la ofensiva reaccionaria.

La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, disfrazándose con una barba postiza de profeta.

El procedimiento favorito del filisteo moralizador consiste en identificar los modos de actuar de la reacción con los de la revolución.

El buen éxito del procedimiento se consigue con ayuda de analogías de forma.

Es posible descubrir gemelos del fascismo y el comunismo.

Se puede formular una lista de rasgos comunes entre el catolicismo, y aún el jesuitismo y el bolchevismo.

Por su parte, Hitler y Mussolini, utilizando un método enteramente semejante, demuestran que liberalismo, democracia y bolchevismo sólo son distintas manifestaciones de un solo y mismo mal.

La idea de que stalinismo y trotskismo son "en el fondo" idénticos, encuentra hoy la más amplia aceptación.

Reúne en su alrededor a liberales, demócratas, píos católicos, idealistas, pragmatistas, anarquistas y fascistas.

El rasgo fundamental de esas asimilaciones e identificaciones lo constituye el ignorar completamente la base material de las diversas tendencias, es decir, su naturaleza de clase, y por eso mismo su papel histórico objetivo.

En lugar de eso, se valoran y clasifican las distintas tendencias según cualquier indicio exterior y secundario; lo más a menudo, según su actitud frente a tal o cual principio abstracto, que para el clasificador dado tiene un valor profesional muy particular.

Así, para el papa romano, los francmasones, los darwinistas, los marxistas y los anarquistas son gemelos, puesto que todos por igual niegan sacrílegamente la Inmaculada Concepción.

Para Hitler, liberalismo y marxismo son gemelos, puesto que ignoran "la sangre y el honor".

Para los demócratas, son el fascismo y el bolchevismo los gemelos, puesto que no se inclinan ante el sufragio universal.

Etcétera, etcétera.

Los rasgos comunes a las tendencias así comparadas son innegables.

La realidad, sin embargo, es que el desarrollo de la especie humana no se agota ni con el sufragio universal, ni con "la sangre y el honor", ni con el dogma de la Inmaculada Concepción.

El proceso histórico es, ante todo, lucha de clases y acontece que clases diferentes, en nombre de finalidades diferentes, usen medios análogos.

Los ejércitos beligerantes son siempre más o menos simétricos y si no hubiera nada de común en sus métodos de lucha, no podrían lanzarse ataques uno al otro.

El obrero o el comerciante rudos, si se encuentran entre dos fuegos, sin comprender ni el origen ni el sentido de la pugna entre proletariado y burguesía, tendrán igual odio para los dos campos en lucha.

¿Y qué son todos esos moralistas demócratas?

Los ideólogos de las capas medias, caídas o temerosas de caer entre dos fuegos.

Los principales rasgos de los profetas de ese género son su alejamiento de los grandes movimientos históricos, el conservatismo petrificado de su pensamiento, la satisfacción de sí, en la propia mediocridad y la cobardía política más primitiva.

Los moralistas quieren, ante todo, que la historia los deje en paz; con sus libritos, sus revistillas, sus suscriptores, el sentido común y las normas morales.

Pero la historia no los deja en paz.

Tan pronto de izquierda como de derecha, les da de empellones.

Indudablemente, revolución y reacción, comunismo y fascismo, stalinismo y trotskismo son todos gemelos.

Que quien lo dude se tome la pena de palpar, en el cráneo de los moralistas, las protuberancias simétricas de derecha e izquierda.

Lizardo Sánchez

lizardosanchezcordoba@yahoo.com.ar

La cuestión si el marxismo es europeo o no es una discusión tan teológicamente improductiva como el ya tradicional del sexo de los ángeles.

Si el pensamiento marxista tuvo fuentes filosóficamente alemanas, económicamente inglesas y políticamente francesas es una problemática de filólogos o ratones de biblioteca.

Creo que los militantes autoproclamados marxistas, en el mejor de los casos podrían autodenominarse "preferentemente marxistas" desde el punto de vista metodológicos, pero no marxistas a secas, tal como un católico o un protestante podría autodenominarse cristiano y un nacido en nuestro país podría ser argentino aunque sea un consumado cipayo o agente extranjero de los mil tipos diversos que nos da la triste realidad.

Creo que la calidad de ideológicamente revolucionario la da el hecho de la

existencia de un complejo de ideas original y adecuado para la buena

aplicación del tiempo-espacio.

Aunque acepto que nada, intelectualmente hablando, es puro y original en su 100%. Es como el arte culinario.

Ningún plato de comida es 100% original, aunque existan ingredientes regionales exclusivos que no se puedan adaptar a otros lejanos paladares, siempre habrá condimentos similares que para el caso sacan del paso.

Además no solo la cocina se ha universilasado, las ideas también , y esto día a día se ira intensificando en la medida el mundo se achique y la tecnología de la comunicación se agrande.

Tampoco se trata de separar con artificios geográficos e históricos, el marxismo del leninismo y todos los posteriores y variados "ismos" que conllevó en su desarrollo el comunismo y el socialismo, sin que las paredes limítrofes de estos dos últimos pudieran aclararse hasta ahora con esactitud

científica.

Acepto como historiador intelectualmente beneficioso los intentos que se puedan realizar tendiente a establecer fronteras, pero lo que me da mucha bronca son las discusiones actuales alrededor si soy o no de Boca o River por la cantidad de cuadras que me separa del club en cuestión, si tengo o no el escudito en la solapa o si tengo alguna camiseta firmada.

Muchas veces que me han preguntado si soy marxista he debido contestar que soy de Asia menor por Jesus, de Europa por Hegel, de Indoamerica por Huascar, de China por Mao, de Uruguay por Artigas, de Venezuela por Bolivar, deArgentina por......una larguísima lista que no termina ni con Ramos ni Spilimbergo.

Sigue y seguirá la compleja lista en la medida que existan pensadores y activistas como los revolucionarios que enumeré a mero tipo de ejemplo más arriba.

"Muchachos argentinos",como diría Balbín, dejémonos de joder con cartelitos y supuestos títulos habilitantes y como diría un gallego. "Argentinos a las cosas"

¿Y cuales son éstas, diría otro gallego?

1*) Caracterizar y estudiar el terreno de la lucha.

2*) Saber cuales son nuestros enemigos inmediatos y mediatos,

3*)Cuales son sus fortalezas y debilidades más importantes de

estos enemigos.

4*)Tener idea de cuando y como atacar para lo cual tendremos

que saber quienes son nuestro socios, amigos, neutrales y enemigos

espectantes.

5*) Cual es la mejor manera de organizarnos para empezar y

terminar dichas tareas.

Para dilucidar y poner en práctica estos cinco puntos, cualquier lejana

experiencia o teoría es buena.

La cuestión de fondo no es tener probadas fidelidades a dichas experiencias o teorías, sino integrarlas con utilidad a las necesidades de nuestra realidad que es cambiante y desigual por lo que cada centímetro de su recorrido requiere imaginación adaptativa, creatividad virginal y glándulas bien puestas.

Ninguna fórmula es sacrosanta y muchas de ellas conjugan con la lotería.

Veo, no obstante el factor lúdico del gran arquitecto del universo, que faltan precisar por ahora tres , cuatro o media docena de carriles necesarios a recorrer en una u otra forma: Movimiento, Frente, Integración, Partido ( este último subdividido en por lo menos cuatro formatos distintos, entre sí acorde a los factores geográficos e históricos)

Como siempre quedo a la inútil espera de mis compañeros del alma y el olvido

OA/

Oscar Aramburu

oscararamburu@telpin.com.ar

A ver Gustavo, para no académicos estoy yo, y no es mi intención darte

un palazo pero es que creo que estas equivocado con respecto a mi

presi.

Hace algún tiempito tuve la misma discusión con Franzoia: El decía que

Chávez era marxista pero que disimulaba, cosa que me indignó e

indignada se lo dije.

Pues bien, a mi presi no hay que adivinarlo, no hay que descifrarlo,

el habla clarito y todos lo entendemos, pero claro, para entender hay

que querer hacerlo.

No me parece correcto tomar con pinzas las palabras de de mi presi y

ponerlas del modo que nos sienten mejor.

No somos una revolución marxista, porque la mayoría de nuestra gente

no quiere que así sea. Creemos en una formula propia y creemos en las

palabras de Simón Rodriguez: O inventamos o erramos.

De hecho ese es nuestro lema, tomado de un venezolano maravilloso, y

no otro sacado de algún libro traducido de quien sabe dónde.

Mi amigo Gustavo, llega a ser ofensivo el hecho constante de que se

pretenda hacernos creer que no sabemos lo que estamos haciendo, que mi

presi dice una cosa pero piensa otra, que no lo entendemos y peor aun

que el no nos entiende.

Ya lo dije antes a mi amigo Franzoia, si les consuela creer que mi

presi y nosotros somos marxistas leninistas, si de eso depende su

apoyo a este proceso que es autóctono, duélale a quien le duela, pues

háganlo, consuélense, miéntanse, y sigan apoyando si quieren.

La revolución bonita es lo que es y no lo que algunos quieren

forzarnos que a sea, se lo digo yo que estoy aquí sudándola cada día.

Carola Chavez

tongorocho@gmail.com

Estimados compañeros:

Como yo no escribo papers ni soy académico (aunque puedo ser zonzo...)

y para evitar confusiones vuelvo a la palestra... ; inclusive con la

posibilidad de recibir algún palazo...

Anteriormente le pedí a Lavayén que me mandara un mail sobre las

opiniones de un amigo peronista de Julio Fernández Baraibar.

Pero bueno, soy un militante y estoy para defender mis ideas...

Es lógico que Julio Fernández Baraibar diga que Chávez "usa Lenín y

Lukachenko porque discute con izquierdistas totalmente colonizados por

el marxismo ruso y cubano. Pero en realidad lo que está proponiendo

es la vieja tesis del frente nacional antiimperialista, que ha sido la

característica de las revoluciones latinoamericanas que han logrado establecer cambios profundos en sus sociedades... Tu presi... posee el principal talento de un político revolucionario, el realismo, el realismo de Vargas, de Perón, de Mao, de Ho chi Minh."

Y es lógico porque la tesis de Julio Fernández Baraibar,expuesta en

forma reciente, es que el marxismo es "eurocéntrico" y que "la vieja

tesis del frente nacional antiimperialista", es un producto autóctono

de la experiencia latinoamericana.

Como bien explicó Gorojovsky muchas veces se confunde el pensamiento

eurocentrico de la socialdemocracia con el pensamiento revolucionario

de de Lenin, lo que es un error.

Julio Fernández Baraibar considera que se puede "usar" una ideología

según convenga y luego descartarla, creo que eso no es realismo, que

es muy distinto al realismo de marxistas revolucionarios como Lenin o

Trotsky.

La verdad es otra; la verdad es que esa tesis que Julio Fernández

Baraibar dice que surge de la historia latinoamericana es una vieja

tesis leninista y Chávez no cree que el marxismo sea "eurocéntrico".

Chávez es un revolucionario latinoamericano y sabe que hasta ahora lo

que han construido las revoluciones latinoamericanas que se han

resistido al marxismo es, con el realismo de un Vargas y un Perón,

grandiosos movimientos que sin embargo contenían las semillas de su

propia destrucción, con los Kubitschek y los Menem (obviamente entre

el primero y el segundo existe una enorme distancia, pero ¿qué tal

Collor de Mello?

La verdad es que las únicas revoluciones de frente nacional

antiimperialista que hasta ahora no han generado en su propio seno los

sepultureros de la potencia patriótica han sido las lideradas por Ho

Chi Minh, Mao Tsé Tung, Lenin y... Fidel Castro,aún cuando hubo

contrarrevoluciones antisocialistas, como en el caso de Rusia, el

Estado construido por los marxistas permitió revertir favorablemente

la relación de fuerzas, en menos de quince años.

La Argentina y el Brasil todavía no han logrado recuperarse de los

golpes del 55, del 64 y del 76; sus movimientos nacionales "realistas"

siguen considerando, como Julio Fernández Baraibar, que el marxismo

es "eurocéntrico".

Lo siguen repudiando entonces;y siguen sin tomar las medidas

verdaderamente realistas que asegurarían que la revolución no tenga

retrocesos.

Marxismo y revolución nacional asegurada son una pareja tan ineludible

como antimarxismo y derrota a manos del poder imperialista y

oligárquico.

Ésa es la diferencia entre la Izquierda Nacional (tal como yo la

entiendo) y el peronismo; Chávez parece cada vez más un tipo de la

Izquierda Nacional.

El militar revolucionario ha aprendido lo que tenía que aprender y

percibe que sin el marxismo su patriotismo termina en entrega, ésa es

la verdadera lección a aprender, considero que ese es el verdadero

realismo.

Un abrazo santafesino.

Gustavo Battistoni

gustavo.battistoni@gmail.com

Compañeros

Hacia 1972 me compré un auto.

El primero que yo tenía. un Citroen 2Cv. En realidad y dado como estaba era un 1 CV, pero me llevaba sentado ande yo quería que me llevase. Coincidente con esa compra, un amigo me regaló una serie de herramientas que ya no ocupaba. Principalmente un juego de llaves ojo y boca.

Esas llaves provenían de un Chevrolet que había tenido su padre. Claro, llaves preparadas para medidas en pulgadas de poco me servían para un auto cuyas medidas estaban en el sistema métrico.

Es asi como algunas llaves alcanzaban a desajustar algunas tuercas pero no a ajustarlas a fondo cando las volvía a poner en su ugar. Otras se negaban a toda utilidad redondeandome los filos de las tuercas o bulones, asi como algunas por cierto que funcionaban bien.

Algo asi me parece que viene pasando en Venezuela. Como si parte de la militancia se encontrase con cosas para cuyo diseño no estaban preparados.

Leo en Aporrea mensajes que mas parecen hacer recaer en Chávez las causas de los males de aquello que tienen porque Chávez ha sido capaz de lograrlo.

Las revoluciones nacionales y populares nunca dividen, en todo caso encuentran sociedades ya divididas y es su naturaleza aunar frente al imperio.

No siempre se cocina poniendo las cosas en una olla a presión hasta que se deshilachen adentro los ingredientes, para hacer almíbar o ambrosía hay que revolver muy despacito e ir aglutinando en torno al mecedor lo sabroso del dulce.

Y hay que revolver con prudencia y sabiduría.

Lizardo Sánchez

<lizardosanchezcordoba@yahoo.com.ar>

Queridos

Una que es nueva en esto de la política suele estar llena de preguntas.

Y yo que soy preguntona se podrán imaginar.

Mi presi va contestando como si me hablara a mi solita, a pesar de que se habla para el mundo entero.

Nunca desconfié de mi presi preci, pero si de quienes juegan al su lado y al mío.

Hay una insistencia terca y torpe en que hagamos las cosas como están escritas en algún libro sagrado y no como las debemos ir haciendo.

Lo maravilloso de mi presi, es que sabiendo tanto, cometa el mismo tipo de herejías políticas que comete esta mamá que escribe.

Mezcla mi presi ingredientes que nos sirven de recetas muy variadas y los purista desmayan con angustia, mientras tratan de ubicar en que tomo, que capítulo, que página sale eso porque ellos no lo vieron.

Que Lenin, al que tendré que leer por primera vez en mi vida, dijo algo que da buen sabor a este plato, pues bien, lo leo, aprendo y aplico.

Que haremos alianzas con la clase media, pues mejor, porque pertenezco a ella y eso me convierte en sospechosa para los comecandela que sueñan con un paredón cubierto de sangre hereje como la mía.

Que mi presi nombra a Perón cada vez que viene al caso, pues lo aplaudo porque ese señor era muy sabio, tanto que cada día que pasa sucumbo más al peronismo.

Es que eso de movimiento nacional y popular encaja como anillo al

dedo: mucha gente muy variada apuntando a lo mismo con la misma

pasión.

Creo que eso somos.

En fin, que me importa un pito que no salgamos en ningún libro sobre

teoría política, porque creo que estamos escribiendo un libro nuevo,

tomando los buenos ejemplos de donde los hay, tomando las cosas que

aplican a nuestra cultura e idioscincracia.

Esto señoras y señores es la revolución bonita y la estamos escribiendo con un buen gustito en los labios.

Besos sabrosos y de aquí,

Carola (más) Chávez(que nunca)

tongorocho@gmail.com

Carola:

Le tengo una gran confianza a la sabiduría de tu presi, y si el dijo lo que dijo, mas que seguro, que hay que estar atentos a su proxima jugada...El hombre

es un estratega de fuste, y un verdadero conductor de

un rico proceso revolucionario, complejo y cambiante.

Percibo, o mas bien intuyo, en sus palabras, mas que

un afan teorico, o digamos de tipo doctrinario,

intuyo una necesidad politica por volver a recuperar

fuerzas luego del traspie electoral del referendum

perdido, y quizas, una patada a algun ala dentro de su

propio movimiento, en particular, al club de fans de

amigos de las revoluciones ya triunfantes, pero que en

gral son incapaces de llevar adelante una sola por

ellos mismos...

Esta declaracion, sumado a la amnistia recien dictada,

mas su inteligente re-accion en el afaire "retenidos

farc", de insistir en su mision pacificadora, luego de

la movida de Uribe-EEUU, constituyen tres movidas,

dignas de un habil politico.

Se me escapan, desde aquí, justo es decirlo, cual será el próximo trebejo

que mueva.

Pero que implican una movida muy fuerte, no me caben dudas.

Al igual que Carola decía en un otro mensaje, confío plenamente en el Conductor de la Revolución Bonita, y creo que es de gente sabia, saber leer el mensaje de alerta de las urnas, no para retroceder claudicantemente, sino para tomar envión, o ganar el tiempo imprescindible para reforzar el trabajo de acción política de base, y que al avanzar, sea con la inmensa mayoría en derredor, única garantía de victoria, si es que las garantías existen.

No faltaran, descuento, quienes desde cierta ortodoxia pretendidamente trotzkista, afirmen que el hombre "hace oportunismo hacia la burguesía nacional", o que actúa como un caudillo populista burgués, y no como

socialista, etc, etc, etc...y que corre el riego de caer como Peron en el 55...si no elimina ya, ahora, y de raíz, la base material de la contrarevolución, es

decir, la propiedad privada, etc, etc.

Como si conducir un proceso revolucionario, fuese lo mismo que hacer análisis teóricos en un papel...como si fuese tan sencillo...

Cada proceso requiere sus propios ritmos, requiere inventar su propio camino. Y en ello, el Conductor, en este caso Chávez, como síntesis que expresa las necesidades del conjunto, conoce mejor que nadie hasta donde y cuando se trata de dar dos pasos adelante, y cuando, por necesidades de combate, es menester reagrupar tropa, reaprovisionar parque, y porque no,

hasta si fuese necesario, lamer alguna que otra herida, hasta que sane.

Desde la lejanía geográfica en que estoy, respecto al proceso en Venezuela, y armado tan solo de cierta intuición, un poco de esperanza, y quizás cierta

ingenua confianza, creo que las señales que Chávez emite, no solo responden a las necesidades intrínsecas del propio proceso por llamarlo de algún modo "interno" de Venezuela, sino que entran en la mejor sintonía con las necesidades, los ritmos y las posibilidades de articulación del Bloque Reginal en su conjunto.

Digo, estoy pensando en estrechar lazos con Brasil, Argentina, Bolivia, etc.

A priori, doy mi voto de confianza a estas señales.

El tiempo, y los hechos, dirán si me equivoco o no.

Un abrazo desde el valle de Limache

Rolando Memet

rmermet@yahoo.com.ar

Carola

No quiero pecar de fanfarrón, pero es un pecado que me sale fácil.

Si no me equivoco, tu presi está pegando un fuerte golpe de volante, en el

sentido que algunos amigos desde la Argentina hemos sostenido desde hace ya un tiempo.

Usa Lenín y Lukachenko porque discute con izquierdistas totalmente

colonizados por el marxismo ruso y cubano.

Pero en realidad lo que está proponiendo es la vieja tesis del frente nacional antiimperialista, que ha sido la característica de las revoluciones latinoamericanas que han logrado establecer cambios profundos en sus sociedades.

Mucho me temo que la retórica del socialismo del siglo XXI está muerta.

Tu presi aprende con la experiencia, corrige sobre la marcha, posee el

principal talento de un político revolucionario, el realismo, el realismo de

Vargas, de Perón, de Mao, de Ho Chi Minh.

Esto que está pasando me gusta mucho, me reencuentra con el Chávez

originario, con el militar patriota que cada vez que entra en nuestra Casa

Rosada se cuadra delante del busto de Perón, le hace la venia a la voz de

"Mi General, para cumplir su mandato" ante cierta consternación de muchos funcionarios argentinos que se avergüenzan del homenaje.

Que no se deje influenciar por maestros en el arte de perder revoluciones.

Que los Alan Woods, los Dieterich, los sabihondos incapaces de juntar

quinientas personas en sus países de origen se hundan en su impotencia.

No diré que me esperaba algo así.

Simplemente sostengo que algo así era necesario.

"Nosotros no somos extremistas"

¡¡¡Viva Chávez!!! CARAJO

Julio Fernández Baraibar

fernandezbaraibar@gmail.com

Fecha de publicación: 04/01/08

Instó a leer a Lenín y a quienes quienes no sólo han hecho teoría sino

han gobernado y hecho revoluciones

EL PRESIDENTE CHAVEZ SE COMUNICÓ PARA HACER ANUNCIOS SOBRE CAMBIOS EN EL GABINETE.

Presidente Chávez insta a dejar atrás extremismos y corrientes

radicales

YVKE Mundial

"Hay que incrementar la estrategia de las alianzas nuestras. No

podemos dejarnos arrastrar por las corrientes extremistas. Nosotros no

somos extremistas ni podemos serlo. ¡No! Tenemos que buscar alianzas

con las clases medias, incluso con la burguesía nacional."

Esas fueron las palabras del Presidente Hugo Chávez este jueves en la

noche, en una intervención telefónica en el programa "Dando y Dando"

del canal oficial Venezolana de Televisión.

Buscar alianzas

"Tenemos que buscar alianzas con la clase media, tenemos que buscar

alianzas incluso con la burguesía. No podemos plantear tesis que han

fracasado en el mundo entero, grandes precursores en las

fatídicas décadas del 80 y del 90. como eso de eliminar la propiedad

privada. Esa no es nuestra tésis," dijo.

El Jefe de Estado instó a leer escritos de Ilich Vladimir Lenin, o escuchar consejos del Presidente del Consejo de Estado cubano, Fidel Castro; del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, o del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukachenko, "quienes no sólo han hecho teoría; han gobernado y hecho revoluciones".

"Lukachenko viene de la era soviética, y vio como cayó la Unión Soviética. Y una de las cosas que me dijo fue: 'los empresarios, esa burguesía nacional, hay que tratar de que tengan sentido nacional, amor por su Nación y su Patria, aún cuando sean empresaris y tengan dinero. ¡Pero que hagan inversiones en el país!' "

Instó a no dejarse "chantajear por voces del extremismo, de tesis pasadas de moda que en ninguna parte del mundo las van a conseguir: que si eliminación de la propiedad privada... ¡no, no, no! Esa no es nuestra tesis. Hay que buscar, más allá de eso, las alianzas para fortalecer el nuevo bloque histórico, como lo llamaba (Antonio) Gramsci".

"Hace apenas un año ganamos unas elecciones con 63 por ciento de los votos, 7 millones y tanto de votantes. Allí hay una base muy sólida", recordó también.